Compra y venta en las redes sociales

Otro nuevo elemento que ha ido cobrando importancia en los últimos tiempos como herramienta para anuncios de cualquier tipo ha sido, cómo no, las redes sociales. En realidad no debería sorprendernos, desde tiempos inmemoriales, antes de que se inventara ninguna forma de plasmar lo que decíamos en palabras, funcionaba el “boca a boca“, y ¿qué son las redes sociales, sino grandes comunidades de usuarios que comparten todo tipo de información? Sólo ha cambiado el formato; la esencia no se ha movido ni un milímetro.

Ahora, el conflicto surge cuando la situación cambia de simplemente una conversación informativa o de opinión a transacción comercial. ¿Qué quiere decir? Bueno, las redes sociales son famosas por levantar mareas al tratar un tema, ya sea para bien o para mal, y de ser las primeras en dar la voz de alarma sobre cualquier asunto, informando a todo al mundo casi al instante en que se produce. Por supuesto, no hay muchos filtros por ahora que ayuden a que la información se trate de manera correcta, sin insultos ni ningún sentido peyorativo; es algo difícil de conseguir, aunque ya se están poniendo medidas para ello, más o menos con buen resultado. Pero no negaremos el poder de propagación que pueden conseguir estas comunidades online sobre cualquier asunto.

Ahora bien, cuando pasamos de simplemente informar u opinar sobre algo a anunciar cualquier compra, venta, oferta de trabajo o formación, como si de una sección tradicional de anuncios se tratara, ahí empezaría realmente el problema. ¿Quien regularía realmente todo esto? ¿Quién daría alguna garantía de la seriedad de la oferta, para que no nos den gato por liebre? ¿Quién se haría responsable de la veracidad de la información, y si lo que se refleja en ella es justo, legal o incluso apropiado? Estas preguntas tienen difícil respuesta en el mundo de las redes sociales, pero el problema es que cada vez más FacebookTwitter y otras similares se usan para este tipo de intercambio comercial, casi actuando como tiendas online o agencias de trabajo virtuales, sin que muchos se den cuenta del peligro real que supone usar sus pasarelas de pago o dar datos personales incluidos en nuestro currículo. Nosotros actuamos de buena fe pero, ¿qué hay de la otra parte, quién nos asegura que también lo hace?

Por el momento, prudencia es lo que se recomienda, y no confiar plenamente en todo lo que leemos en las redes sociales, sólo porque supuestamente creemos que una persona es confiable o pertenece a nuestro círculo de amigos o conocidos.